Estos dos últimos días fuimos a grabar otro impactante testimonio para el libro de Beth. Ella es Pilar, una mujer Española que lleva desde los 13 años en Brasil
Después fuimos a comer juntos… y que comida más rica haha. Pude comer de nuevo Farofa, que cada día estoy comiendo, y luego un delicioso e increible pastel de Cheesecake… aqui se come mucho dulce, y los elaboran bien.
Esa misma tarde fuimos a conocer a Paulo que vive muy cerca de una playa y tiene un trabajo con surfistas y otros. Primero os enseño algunas imagenes del lugar… para que flipéis un poco. Para acceder a la playa tienes que cruzar un bosque, y al terminar el bosque tras 10 minutos andando por él, te encuentras la playa. Todo virgen.
Pues bien, la belleza del lugar en lo de menos, lo que más me impacto fue la belleza del trabajo que realizan allí. Primero os presento a Paulo, surfista que vive allí con su mujer y dos hijos.
¿Qué están haciendo allí? Su casa es la más cercana a la playa. Su casa dispone de otros pequeños apartamentos, y en la misma calle está su iglesia local. Paulo ofrece clases de inglés y Fu-jitsu gratis en uno de los apartamentos y en la iglesia. Allí tiene la oportunidad de contactar y conocer nuevas personas y poder servirles, especialmente jóvenes. Por otro lado, su casa es un lugar en el que las personas que van a surfear, pueden dejar su material de surf allí, pueden ducharse en el jardín al terminar la sesión e incluso muchas veces ofrece barbacoas para todos. Es un lugar de paso para muchos jóvenes y surfistas, Paulo y su familia les sirven. Pero no ahí no queda todo lo que hacen. En dos de los apartamentos, viven 5 jóvenes, que han tenido problemas de convivencia con sus padres. Paulo, tras hablar con sus padres les ofrece la oportunidad de vivir allí, son jóvenes surfistas que están a pie de playa. Paulo les exige buenos resultados académicos, tiene la oportunidad de convivir con ellos, de compartirles valores, etc. Él puede compartir acerca de Dios con ellos, y contaba que son muchas las veces que los jóvenes le piden que oren por ellos. Al llegar a la casa, y ver a los chicos que viven ahí enseguida hubo conexión… aunque no hablaba el idioma, una simple mirada y levantando el dedo pulgar fue suficiente.
Son muchas las personas con las que Paulo y su mujer tienen la oportunidad de compartir tiempo, valores y FE. De todos esos contactos que están realizando, están empezando a realizar discipulados con estas personas que están conociendo a Dios. Están realizando un trabajo de impacto para muchas vidas. Los que me conocéis… os podéis imaginar mi cara al ver todo ese trabajo que están realizando. Me quede flipado… y aún lo sigo.
Viernes por la mañana estuvimos de nuevo con Rosimere, para realizar algunas grabaciones más. Allí estuvimos en la reunión de oración que tenían en su monte. Allí rodeados de naturaleza, en su lugar de oración, compartimos un tiempo de alabanza y luego de oración. Para el tiempo de oración nos esparcimos por el monte, todos estuvimos de rodillas postrados ante Dios orando. Unos en voz baja, otros en voz alta… era impactante. No estoy acostumbrado a este tipo de encuentro de oración, tengo que deciros que se me hacía extraño, no podía dejar de pensar porque estás personas sienten tanto la presencia de Dios, y en ese momento se estaba sintiendo. Podríamos parecer una pandilla de locos, pero una de las oraciones en voz alta, llegó a mi corazón, repitiendo unos versículos en 2ª Crónicas 7:14 «si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.» y eso es precisamente lo que estábamos haciendo, estábamos humillados, postrados y orando como pueblo. LITERALMENTE. Da mucho para pensar, tanto en como es tu vida de oración personal como colectiva.
Después de comer Farofa de nuevo con Rosimere y su equipo, volvimos a estar con Paulo con el propósito de surfear. ¡si! Surfear!! Después de dos semanas en Brasil, sin poder probar las olas de aquí, por fin surgió la oportunidad. Paulo nos advirtió que estaba grande, entramos Ricardo y yo solos.
Pude entrar con el neopreno corto, el agua esta más caliente. Una ola tubera, pude pillar algunas colas guapas, hasta que dos olas me dejaron ko haha. Era una ola potente, con un labio con mucha cantidad de agua y fuerza. Era increíble ver esa ola desde el agua, hasta que dos me revoltearon de lo lindo. Luego al salir, pude ver a la gente realizando tubos y aéreos espectaculares. Mi cuerpo necesitaba surf, ¡y por fin lo tuvo!
Nuestros días en Florianopolis terminan, y ayer tuvimos una genial cena en familia… con una carne que estaba rica rica rica… Aqui os dejo la foto de familia con algunos amigos de la misma.
